Thursday, August 30, 2012

INMIGRANTES


Una de las cuestiones que más preocupa a un ilegal, después de mojarse la espalda o brincar el muro con éxito y de tener un trabajo más o menos que le alcance como para verse obligado a seguir trabajando, es tratar de arreglar su situación inmigratoria o “arreglar los papeles”, como es comunmente conocido ese tramite legal en el argot de los ilegales.
Pero, si algo duro tiene un inmigrante ilegal es su cabeza, porque basta  que un experto en leyes inmigratorias le diga que él no puede arreglar sus papeles para que él o ella, -- el desespero y la necesidad no discrimina por sexo-- se le meta entre ceja y ceja conseguirlos.
Tal fué el caso de Teodoro Vâzquez. Teo, para familiares y amigos, llevaba dos años en los Estados Unidos jugando a las escondidas con el Departamento de Inmigración, y trabajando en cualquier cosa donde el patrón le admitiera sus documentos falsos como si fueran más veraces, aunque a las claras se veian que no lo eran, que la promesa de “no lo volveré a hacer” de un esposo sorprendido en adulterio en varias ocasiones.
Verdaderamente los documentos falsos de Teo, mica, seguro social y permiso de trabajo estaban hechos con una calidad tal que solamente un experto sería capaz de detectar que no habían sido hechos y emitidos con todas las de la ley por el departamento de inmigración. Y eso era precisamente lo que le preocupaba a Teo, que un dia, sin aviso previo, apareciera el tal experto. Se dio, pues, a la tarea de tratar de lograr papeles de verdad aunque para ello tuviera que trabajar doble turno para poder costear los gastos de inmigración y los que le cobraría el “llena papeles”.
El primer encuentro de Teo con un “ llena papeles” lo tuvo allá por el año 95 cuando estaba trabajando en una de las Carolinas (norte o sur, que más da). Allí llegó un señor a la labor y se presentó con tarjeta de negocio y todo, y anunciandose como que era un experto arreglando papeles “derechos”, según él, más derechos que muerto en caja. Eso sí, muy seriamente advertía que primero les lograba el ansiado permiso de trabajo y después la residencia permanente con todas las de la ley y sin quebrar ninguna.
Ese primer encuentro de Teo con un “llena papeles” le costó como si hubiese trabajado doble los turnos dobles que ya trabajaba. Ochocientos treinta dólares con veinticinco centavos. Hasta el sello de correos le cobró el “llena papeles” por los papeles, que varios dias después se los encontró tirados y rotos, debajo de una mata de tomates que ese dia le tocaba “piscar”, como le llamaban los jornaleros a esa labor de recogerlos.
Del “llena papeles” no se supo más, al no ser que escuchó algún que otro comentario de que hubo a otros jornaleros a los cuales también   había robado ese asaltante de caminos regados de duro sudor.
Pasado algún tiempo, y ya trabajando en los campos de la Florida, Teo fué a donde dos mujeres que se dedicaban a visitar los sembrados y centro de recogidas de hortalizas. La damas daban su palabra de caballeros, de que sin falta, resolvían un dichoso y legal permiso de trabajo por la casi insigniícante suma de doscientos dólares. Las señoras, hay que llamarlas de alguna manera para no escribir el significado de las conocidas siglas HP, argumentaban muy seriamente que tenían sus “contactos en inmigración”, y que con ellas sí alcanzarían todos el ansiado permiso laboral, aunque estuvieran más ilegales que una pelea de gallos con apuestas donde esté prohibido llevarlas a cabo.
Como la suma en si no era tan elevada para lo que se ofrecía, y que además, por ser tan bajo el costo de los tramites, daba la impresion de que nadie se iba a perder por tan poco dinero. Teo, Vicente y la gente, más Raymundo y todo el mundo, llenaron sus papeles y pagaron por ellos la suma acordada para poder obtener el deseado y necesario permiso de trabajo. Y fueron más de seiscientos  inmigrantes ilegales que en el termino de un par de semanas pagaron la no “ tan elevada y casi insignifícante suma” de 200 dolares, por lo que les prometian. Pasado un mes sin que volvieran a aparecer las damas y sin que se dejaran ver los “ hijos de la chingada permisos de trabajo”, como ya les llamaban muchos engañados trabajadores ilegales, Teo y otros más de seiscientos infelices se dieron cuenta, ya muy tarde, que muchos poquitos multiplicados por mucho hacen rica a dos pinches mujeres que no más rellenaban papeles y después, con perdón de los lectores, se limpiaban el culo con ellos. Porque mandarlos no los mandaban ni a una dirección contraria.
Autodeclarado desconfiado a la fuerza, Teo desistió totalmente de tratar de arreglar sus papeles y se dedicó a buscar trabajo en lugares peor pagados, pero menos expuestos a que lo agarrara el Departamento de Inmigración y al primer bounce caer en México. Y siguió hurtándole el magro cuerpo a la temible Migra. Así recorrió los estados de Georgia, Ohio, Idaho, Nevada…En fin, recorrió más millas que un auto con cinco años de garantía.
No hubo lugar donde Teo llegara que no se tropezara con un “llena papeles” garantizando todo tipo de documentos inmigratorios. Pero, como él sospechaba ya que todo eran cuentos, pues no hay más sospechoso que el que con razón quiera sospechar, rehusaba todas las ofertas aunque le juraran, por todos los santos conocidos y otros inventados para poder jurar en vano y tratar de huirle a una futura penitencia, que todo saldria bíen.
Así las cosas, ocurrió lo peor: Teo fue detenido un mal día por agentes de inmigración, que en un rápido vistazo se dieron cuenta que todos los documentos que cargaba el infelíz eran mas falso que un billete de cien dólares con la foto de un charro.
Con rara generosidad, quizás porque se dieron cuenta de que estaban ante la presencia de un hombre honesto y trabajador, le dieron la oportunidad de que abandonara el pais en un término de veinte días. Llegada la fecha que le habian dado para marchar a su patria, y cuando ya Teo se encontraba en camino de hacerlo, se encontró clavado a un poste, uno de esos volantes que dejan por donde quiera   “los llena papeles”.
Decía el papel que, como se dice, aguanta todo lo que le escriban:

Con nosotros si arregla de verdad sus papeles!!!!

Hemos arreglado a miles y miles de deportables de todas partes.

Nuestro profesionalismo y experiencía son únicos. Y el volante estaba avalado por los siguientes ex:
Ex-asistente de un ex-asistente de un juez de inmigración.
Ex-fiscal de inmigración.
Ex-alumno y profesor de una ex-escuela de estudios ex-tranjeros.
Si usted entra a nuestra oficina, no importa cuan dificil sea su problema inmigratorio, con nosotros se convierte en un ex-ilegal.
Al final del volante aparecía escrita la dirección y el teléfono de una oficina.
Teo leyó el anuncio varias veces, a la par que se tocaba el bolsillo donde llevaba todos los ahorros con los que pensaba poner un negocio en su pueblito de México.
Finalmente sacó un bolígrafo y escribió a todo lo largo del papel:

EX-CREMENTO!!!!!!!!


Escribe Modesto Reyes Canto.

Arte: Karen Reyes.

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