Thursday, August 9, 2012

“ EL NICHO”


El  Sargento de Segunda, personalmente hizo sonar la campana anunciando alarma de combate y una vez que los soldados respondieron a la misma como estaban entrenados, ordenó formar fila a todo el personal de la batería de cañones de 122 milimetros, frente a la oficina de la comandancia de mando, un pequeño cuarto del tamaño de un closet con un ventilador ruso que echaba el aire hacia atrâs y que por ende había que ponerlo al revés. Aquel ventilador siempre que se encendia provocaba la risa y alguna que otra burla de la soldadesca hasta que un dia el Sargento nos explicó que los soviéticos fabicaban la rosca de los bombillos y de distintos tipos de tornillos y de todo lo que se tuviera que enrroscar, al revés y que se hacia así por cuestiones de tacticas militares. Pero,volviendo al tema del tamaño de aquel baúl  oficina como le llamaban los soldados, lo cierto es que cuando te ordenaban formar fila en su frente, y siendo las dos de la madrugada y por  la cantidad de duros campanazos que había dado el sargento, se imaginaba uno que lo menos que estaria pasando era que los soldados norteamericanos ya andaban por el patio de la unidad.

Ya una vez formados frente a la comandancia y aunque deberian estar los soldados en completa atención, a mas de uno se le veia a las claras una inclinación de cabeza que amenazaba con tumbar para el piso, por el descanzo interrumpido,sin ayuda del enemigo, a la mitad de los soldados.

El cielo en ese momento se encontraba lleno de nubes negras en una clara referencia de que se acercaba una gran tormenta pues ya lo rayos se divisaban a corta distancia. El Sargento, como lo haria cualquier sargento que  se respete como tal, fue directo al por qué de esa bulliciosa alarma de combate y a esa hora, cuando los soldados tienen mas sueño que La Bella durmiente; Compañeros. Se acerca una tremenda tempestad y tenemos que trasladar râpidamente todos los proyectiles que se encuentran ubicados en los nichos hacia tierra segura. Esos proyectiles no se pueden mojar. Los que quieran hacer este trabajo voluntariamente que den un paso al frente.

Bajo aquellas terribles condiciones climatológicas que cada vez se acercaba mas a la batería y por ende a los pesados proyectiles que se debian rescatar, tal parecía que lo dicho por el sargento había sido escuchado por una tropa de invâlidos pues nadie dio un paso al frente.

Pasados unos, para el Sargento,largos segundos y viendo éste que nadie había movido un pie hacia el frente, volvió a repetir lo dicho pero en esta oportunidad con una voz mas de sargento de carpintería: Quienes van a ir violuntariamente a salvar los proyectiles?. Que den un paso al frente.

En el mismo instante que el sargento casi ya encabronadamente hacía el llamado buscando la voluntariedad entre la tropa, se vio venir una luz por el cielo seguida de una terrible explosión característica de un rayo al caer, que hizo que todos los soldados dieran mas de un paso para todos lados menos para donde pedía el sargento que lo dieran. El único que si dio mas de un paso al frente por la descarga eléctrica sentida a sus espaldas fue el Sargento. Inmediatamente después que se levantó del piso a donde había ido a parar por instinto de consevación, ordenó tajantemente: Todo el mundo para los nichos a sacar los proyectiles y a traerlos para las barracas y râpido que ya empezó a caer la tormenta. Es una orden!

Llegado al nicho, que estaba ubicado a una distancia de mas de doscientos metros, se comenzó la durisima tarea de cargar aquellas inmensas y pesadas cajas que dentro de su interior guardaban el casquillo y el plomo que servirian, si no se mojaban, para ser disparados por un cañón de 122 milímetros. El agua y los truenos arreciaban mas y la tarea de cargar aquellos pesados e incomodos  cajones  y trasladarlos hasta la barraca era de cojones y la tarea encomendada  se hacía extremadamente peligrosa, pues el terreno ya era una ciénaga desde el hueco llamado nicho hasta el lugar donde había que poner a salvo las balas.

Como resultado de la inclemencia del tiempo, el ya señalado peso de las cajas y el fanguero por todas partes que hacía caminar a todos los soldados como si estuvieran en una competencia de patinaje sobre hielo, pero en fango, cuando al fin se lograron sacar los casi quinientos proyectiles por los no mas de treinta soldados, el balance final fue de dos piernas y dos brazos partidos. Una cabeza rota y una columna vertebral medio desviada. Y cuatro o cinco soldados mas que aprovechando las malas condiciones climatológicas se quejaron de algún dolor en alguna parte del cuerpo para lograr un pase y visitar el hospital y de paso dar una vuelta por sus respectivas viviendas.

Después de tres horas de arduo trabajo se podía afirmar que ya los proyectiles estaban a buen recaudo.

A las nueve de la mañana y ya pasadas tres horas de absoluta calma y, cansado el sargento de estarle advirtiendo a la tropa que no encendieran cigarros dentro de la barraca,por la lógica de que se podia crear una explosión catâstrofica y acabar con todo sin que el enemigo hubiera tirado ni un solo disparo para hacerlo, se dio la orden de regresar los proyectiles a los nichos, no sin antes explicar el sargento que era necesario realizar ese extra esfuerzo para evitar que el enemigo supiera donde estaban las municiones.

La tropa de sanos que quedaban procedieron de inmediato el pesado traslado de las cajas. Ya concluida la tarea el sargento dio la orden que todos se fueran a bañar,comer y descanzar. Los soldados gustosamente obedecieron la orden del sargento…hasta las ocho de la noche, donde comenzó a formarse otra tormenta que por sus características se veia muy superior y con mas poder destructivo, militarmente hablando, que la de la madrugada anterior.

El sargento, sabiendo que ni la tropa ni él estaban en condiciones físicas para un segundo encuentro contra otra tormenta, ordenó a formar fila y le dijo a sus hombres; Compañeros. Si cae lo que se estâ anunciando y nos ponemos a cargar cajas otra vez, casi que podemos afirmar que se acabara la guerra ahi mismo sin necesidad que vengan los americanos. Por la parte mia les digo que se vayan a descanzar y si se joden los proyectiles pues que se jodan y que después culpen al socotroco que mandó a hacer unos nichos debajo de la tierra sabiendo que en Cuba cuando le da por llover, llueve como para que las piedras den frutos. Rompan fila y ojalâ que no veamos nadando a esos pesados cajones.



Escribe: Modesto Reyes Canto.

Arte: Karen Reyes.




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