(Nota del editor del blog: No nos hacemos responsables si alguien siguiendo las
recomendaciones del experto culinario Raspahel Calderón muere por un atracón o
por algún tipo de bacteria contraida en algunos de los restaurantes que el
recomienda.vale)
Mi profesión dentro de la rama periodística es la crítica en el
area de la gastronomía la cual elaboro realizando visitas sorpresivas a
cualquier restaurante donde me siento a pedir por esa boca y después le otorgo
estrellas basado en la calidad,en todo el sentido de la palabra, por el
servicio recibido. Y aquí les dejo mi última visita culinaria.
Aquella noche mi estómago me pedía algo ligero. Algo distinto a
las cuatro chuletas de puerco, medio caldero de potaje, un pollo entero asado y
otras chucherias a las cuales casi siempre tengo acostumbrado a ese barril sin
fondo que tengo en mi como deposito de alimentos. No sabía a cual de mis
amistades debía llamar para que me aconsejara un buen restaurante y sobre todo
que yo nunca hubiera visitado y donde me admitieran el intercambio por
estrellas como hacemos casi todos los críticos gastronómicos. La última vez que
salí en misión profesional, y porque tenia un hambre del carajo y no tenía
dinero,visité un restaurante cuya principal característica era que te daban
todos los alimentos crudos y uno tenía que cocinarlos a su gusto. Aparte que
también debias de llevar tus cubiertos, la mesa y la silla si querias comer
sentado. Definitivamente no queria pasar otra aventura como esa. Anteriormente
otro restaurante el cual quería visitar y así lo hice, fué uno llamado “El de
Enfrente”. Ese nombre tan original se lo pusieron basado en que la especialidad
de la casa consiste en que cuando uno hace su pedido el camarero que le atiende
cruza la calle y va al restaurante que queda al frente y le trae lo que usted ordenó, y ciertamente
debo reconocer que “El de Enfrente y el que está enfrente de él, los dos
cocinan tremendas porquerias. Tanto, que cuando me levanté de allí le dije al dueño
que me debía tres estrellas y él, no sé porqué, me mentó hasta la madre de los tomates (quizas por utilizar un lenguaje culinario) mientras yo iba de
salida: Aunque verdaderamente, a caballo regalado, no se le debe mirar el colmillo. Así, sin saber aun por
cual restaurante me decidía pues ni idea tenía a donde ir, recibi una llamada
de Pedrón, un gordo amigo mio y compañero de aventuras culinarias especialista
en kilos vienen y kilos se quedan, que siempre estâ detras de todo sonido de
cubiertos aunciando buena cena, y éste me habló de un nuevo restaurante recién
abierto en el pueblo y que por nombre le pusieron “La Sobra”. Y aunque es
cierto que dicho local quedaba en la parte trasera del mundo como se dice, no
lo pensé dos veces y hacia allâ me encaminé con mi amigo Pedrón y toda la
hambre del mundo. Llegamos a “La Sobra” a
las siete en punto de la noche, horario que en otro restaurante sería de lleno
total , pero en La Sobra faltaban clientes
y hasta camareros. Aunque sí se podía notar, quizás por hacerle honor al nombre
del lugar, cierta abundancia de moscas y algunas que otras cucarachas y algún
que otro ratón. Inmediatamente el camarero principal(y único) nos dio un grito
amable para que nos sentâramos en una mesa donde ya se encontraban servidos dos
platos de arroz amarillo con pollo a medio terminar. El pan que acompañaba al
plato principal presentaba la marca característica de haber sido mordido con
anterioridad, pero los sabores de la comida en si estaban bastante aceptables,
aunque se pasó un poco de trabajo para ingerir los alimentos pues los tenedores
solamente tenian dos dientes, aparte de que había que estar en equilibrio
constante pues las sillas tenian nada más que dos patas y las mesas tres. Pasado
un rato el empleado nos trajo un menú, que estaba medio roto, sucio y desteñido,
pero que no por eso dejaba de tener una extensa lista de nombres de platos para
escoger.Y empezamos a mirar los distintos números del menú. El # 1 decía no
tenemos. El # 2,Se acabó hace diez dias y no tenemos ni para venderlo como
sobra. El #3.No sabemos cocinarlo. Bueno, no quiero aburrir con una larga lista
de cosas que verdaderamente no existian nada más que en el papel. Si me fijé en
un plato en oferta que no tenía ningún señalamiento y que yo aprendí a comerlo
y disfrutarlo en uno de mis viajes a México: Tacos al Pastor. Inmediatamente llamé
al camarero y le hice la petición y cual no fue mi sorpresa cuando le escuché
decir que el Pastor que hace los tacos verdaderamente no era uno de los que
pastorea ganado sino uno religioso y que hoy no vino porque tenía que atender
una boda, una communión y un entierro y por tal motivo ese alimento no estaba
disponible.
Pedrón, aun con hambre, se antojó de pedir spaghetti y el camarero
rapidamente fué hasta una mesa cercana y le quitó los spaghettis que estaban comiendo cinco o seis personas
del mismo plato y se los trajo a Pedrón aun humeantes. Este a su vez me los
pasó a mi y puedo asegurar que estaban inigualables. Y la cantidad servida era
tan abundante que aun alcanzó para pasarla a otro cliente que llegó al lugar.
Ya para finalizar,y como postre, decidimos pedir el flán duro hecho igual que cualquier otro, pero que te lo
sirven a los dos años de elaborado y que si no lo comes con precaución te puede
tumbar tres o cuatro dientes a la primera mordida, porque ciertamente es más
duro que la piedad de un rico.
Pasado un corto tiempo se nos acercó el camarero, que también es
el cocinero, cajero y dueño del lugar y nos dejó una propina de noventa
dolares.(parece que me reconoció) y eso trajo como consecuencia de que yo
recomiende a “La Sobra” como
algo muy bueno para ir a saciar el apetito.
Nota: “La Sobra” estâ localizado donde el diablo dio las tres
voces o en el culo del mundo. No acepta tarjetas de crédito ni billetes de más
de cinco dolares como forma de pago y no se hace responsable por cualquier tipo
de problemas estomacales que usted pueda sufrir al ingerir los alimentos que
allí se ofertan.
*Raspahel Calderón, come ocho o nueve veces al dia por intercambio
de estrellas. Tiene catorce tias y sesenta y dos primos que pueden invocar su
nombre a la hora de visitar un restaurante y que ha traido como consecuencia
que más de uno haya quebrado.
Escribe: Modesto Reyes Canto.
Arte: Karen Reyes
No comments:
Post a Comment