“El que inventó la ley inventó la trampa, para utilizar esta última más que la primera"
Advertencia:
Antes de comprar un seguro de vida, para cuando se muera(?) lea detenidamente
todo lo que tiene que firmar para obtenerlo, incluyendo esas letricas
minúsculas que aparecen al final de cada contrato y que uno incautamente
firma sin poderlas leer, pues es muy posible
que cuando usted se vaya para allá arriba o un poco más lejos y sus
familiares hagan la reclamación correspondiente
del dinero que usted cree que les dejó
en dicho seguro para que ellos puedan seguir tirando, no es de sorprender que
en los documentos se encuentren con una clausula, que usted no pudo leer cuando
firmó, que exprese lo siguiente: "Los beneficiarios de esta póliza de seguro
obtendrán los beneficios en ella señalada, siempre y cuando el fallecido lo fué
porque le cayó encima de la cabeza la Estación Internacional Espacial con todos
sus tripulantes a bordo" y producto de lo anterior, estoy seguro que usted, por
donde quiera que esté, va a ver llegar a sus “beneficiarios” más rápido de lo
que creia, impulsados por ataques masivos al corazón ante la noticia que
recibieron de que no hay nada para nadie. Esas y otras trampas son de las cuales trato de alertar en la
siguiente crónica.
Todo parece indicar que desde
que Sherlock Holmes, el famoso detective”que lo sabía todo y lo que no se lo
imaginaba” como decía un personaje radial creación del escritor y amigo Alberto
Luberta, comenzó a hacer sus descubrimientos para atrapar criminales, apoyado
por su fiel lupa, debimos darnos cuenta que en este mundo publicitario que nos
ha tocado vivir, uno tendría que convertirse en un émulo de Holmes, para obtener
buena vista de aguila, producida ya no por una potente una lupa sino con un poderoso telescopio como los que usa la NASA, para evitar que nos hagan
trampas en algún artículo que quisieramos comprar.
Me explico: resulta ser que en
la actualidad no se puede confiar en la letra impresa, sea en prensa escrita o
por televisión, que le venda algo muy barato o trate, como que cuesta verdaderamente
un peso y se lo están vendiendo a diez centavos,o que le ofrezcan algún
servicio casi regalado sin antes leer, o por lo menos intentarlo con el apoyo
hasta de dicho telescopio, las letricas microscópicas que aparecerán al final del
anuncio publicitario que usted acaba de leer en su parte superior. Porque en la
inferior es donde radica lo verdadero de la oferta con la que lo quieren
“clavar”. Basado en lo aquí planteado no resulta nada extraño encontrar un
anuncio de una agencia de venta de autos, donde con letras grandes le ofrecen hasta el último modelo que
aún no ha salido al mercado, con un un increíble, aunque usted no lo crea, cero
dinero de entrada, cero cargos de financiamiento, y además le ofrecen pagarle
hasta cinco mil dolares por su auto usado, aunque esté requeteusado y sea de
los que van de cero a sesenta millas en tres horas y treinta minutos. Pero
cuidado, pues al final del anuncio aparecerán las dichosas letricas chiquitas que
usted, si posee una buena lupa podrá leer y que, sin temor a equivocarnos, le
dirán más o menos lo siguiente:”Esta oferta es solamente válida para todo aquel
que tenga mejor crédito que un Bill Gates o pariente cercano a él, y una cuenta de banco que no la pueda brincar ni un canguro con ganas de dar saltos”, como diría un
guajiro de mi tierra.
Lo real es que dicho anuncio
debió decir: si no tiene crédito o mucho dinero cachirulo(cash) ni se porte por
aquí y siga con su cacharro o a pie.
En los anuncios
radiales, como no existen
letras chiquitas, la parte engañosa se la encargan a un locutor, realmente una
ametralladora parlante, que al final del comercial dirá más de diez mil
palabras en menos de diez segundos y que usted jamás las
entenderá ni aunque tenga las orejas del lobo feroz, del clâsico cuento de La
Caperucita Roja, que las tenía para escuchar mejor. Ahora bien.Donde si hay que
tener extremo cuidado es en la publicidad relacionada con la salud donde entre
otras cosas le anuncian milagrosos métodos para que esas ciento ochenta libras
de más que tiene en su cuerpo pueda bajarlas en una semana: Las mismas ciento ochenta libras que adquirió en seis años entrandole puercamente
al puerco y a otras chucherias. Lo real es que las letricas chiquitas de ese
comercial lo que dicen es, que tiene que correr 200 millas diarias y comer agua
nada más y así y todo no se le garantizará nada de lo que usted espera lograr
al adquirir esos pomos de pastillas elaboradas con nada creible
científicamente.También debe tener mucho cuidado cuando lo vayan a operar de algo. Lea bien
todo el contrato que siempre le hacen firmar antes de una operación, pues si
por casualidad le operan la nariz y lo ponen a oler por el oido y al final de
dicho contrato las letricas chiquitas decian que el cirujano no es responsable
por cualquier error que cometa durante la operación, usted no podrá ni demandar
tratando de lograr una justa compensación económica y tendrá que seguir oliendo
por donde ya lo pusieron a olfatear.
Sobre las trampas existentes en casi todo lo que nos rodea en la acualidad, sin incluir las relacionadas a la política que se pueden leer en algo que ya hace algún tiempo publiqué en este mismo blog titulado DICCIONARIO POLITICO, se pudiera escribir una enciclopedia,
pero ese no es el objetivo. Me conformo con darle algunos consejos. Tenga siempre a mano una lupa que sea capaz de convertir visualmente una
hormiga en un elefante para que pueda leer las pequeñas letras en un contrato o
en un anuncio publicitario.Sobre los anuncios radiales déjelos al Lobo Feróz y
que el que a usted le quiera hacer trampas, que se busque a otro a quien comer.
Escribe: Modesto Reyes Canto.
Arte:Karen Reyes.
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