Creo que el primer sueño de un niño, después de dos o tres caidas y por las dolorosamente malas llegar a la conclusión de que nunca va a ser Supermân, es ser un buen deportista.
Recuerdo que aun siendo muy niño en mi pais, Cuba, el deporte preferido era y lo sigue siendo la Pelota(Baseball); y no había un solo muchacho que no quisiera ser menos que el pitcher estrella del momento o el cuarto bate jonronero capaz “de llevarse la cerca” aunque estuviera a casi un kilómetro porque en dicho terreno no existía la tal cerca que había que llevarse.
Otro deporte que llamaba mucho la atención infantil, quizás para tener alguna preparación de defensa por si por el camino había que defenderse de alguien, era el boxeo; Jack Dempsey, Joe Louis, Rocky Marciano…Uno hubiera querido ser cualquiera de ellos e incluso igual o superior a algunos de los del patio, aunque para lograrlo hubiera que romperle las manos al contrario con nuestra propia cara.
Ahora bien, yo con mi imaginatíva mente quise emular y hasta superar a todos los deportistas de la época, y en todos los deportes.
Para empezar me di a la tarea de meterme a pitcher de un equipo de barrio, un equipito de manigua visto hoy dia, con un bate de majagua mal moldeado pues tenia más curvas que las que lanzaba el pitcher contrario, tres guantes para nueve jugadores y una pelota con más esparadrapo que el que se utiliza en la emergencia de un hospital un fín de semana movido.
El terreno donde se practicaba y donde se jugaba nunca estuvo plano ni en los mapas de los que le fueron a la contraria a Colón cuando aquella jodedera teorí suya de que la tierra era como un huevo.
Lo cierto es que en el mencionado terreno había huecos hasta como para poner turbina y sacar agua. El primer dia, de un campeonato que se había armado el dia anterior, tuve la dicha-o des- de que me utilizaran como pitcher, pues el que supuestamente iba a abrir en esa deseada posición se había partido un pie, la cadera y tres costillas por una mala pisada que dió en el terreno que tal parecía estar construido para dar dichas malas pisadas. La cuestión fué, tajantemente y sin rodeos, que me fuí o me fueron a los tres primeros”hits”con dos dobles, tres jonrones y nueve carreras que me hicieron en el mismo primer inning. Mi “maneger”se encabronó tanto conmigo que se puso de bateador contrario y también pudo recorrer las bases después de dar un batazo que se llevó hasta las cercas de los barrios vecinos.
Debo reconocer que implanté un record en mi barrio, negativo, pero record al fin…y que hasta el dia de hoy se mantiene intacto.
Después de aquel catastrófico desastre beisbolero me dediqué por entero, dia y noche y aun dormido, al basketball. Me preparé de tal forma que me sentía superior a lo que después serí Michael Jordan en sus mejores tiempos. No había entrenamiento que no metiera cien canastas jugando en solitario. El problema fué cuando llegaron a confrontarme los cinco contrarios. Lo menos que hice fué colar la pelota dos veces en el aro enemigo y unas tres o cuatro en las gradas.
Nunca te des por vencido, reza la vieja y conocida frase, y ésa me la apliqué yo cuando deportívamente me traté de meter a boxeador. Digo “me traté”, porque de ahí no pasó el intento de un casi seis pies de estatura y un poquito mas de cien libras.
Verdaderamente en aquella época estaba tan mal cuidado que parecia una mala palabra.
“La pera!,me gritaba el entrenador.”El puching bag!”,me vovía a gritar.”Arriba a correr, a correr!. Piernas, Piernas…!
Mueve las piernas….!Mete la barriga…! Ladea la cabeza!!! Tira la zurda, suelta la derecha!!! Esquiva, esquiva!!!
En fin, que con aquel para mi brutal entrenamiento y habiéndome enterado que a mi primer contrario le decian “patada de Mulo” por la descomunal pegada que tenía más que demostrada con algunos osados contrarios que se le enfrentaron, colgué los guantes sin haberlos estrenado. Más adelante y en mi afán de ser un deportista consagrado me dediqué a jugar balompie y como quería destacarme agarré la posición de Portero y...Para que les cuento. Ese fue mi último intento atlético deportívamente hablando. Ahora todas mis competencias en cualquier deporte, hasta los llamados extremos, las gano viendolas por televisión; Si veo una pelea de boxeo llego a la conclusión de que yo lo hubiese hecho mejor que el que perdió y así doy mis opiniones y consejos para convertir cualquier revéz en victoria. Es cierto que como se dice “afuera del agua todo el mundo nada” pero por lo menos no se corre el riego de perder ni jugando parchís contra uno mismo. Definitivamente nunca he visto irse derrotado a un deportista de butaca sentado frente a un televisor.
Nota: Ya se puede adquirir a través de Amazón-Kindle la novela de mi autoría titulada El Diálogo de la Vagina.
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Escribe: Modesto Reyes Canto.
Arte: Karen Reyes
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